domingo, 23 de octubre de 2011



Hay pequeños detalles de la vida que le hacen florecer, a una, una tímida y sana sonrisa.

Caminar delante de un monumento ilustre de tu ciudad y que, justo en ese instante, pase el bus turístico, lleno de chinos y Codaks, haciéndote sentir una Fashion Celebrity con sus deslumbrantes flashes.

Ver a una mujer mayor con una camiseta que anuncia “I love young boys”.

Volver a casa a altas horas de la mañana tras haber estado “nocturneando” de pub en pub, y que un desconocido, que va a comprar el pan, se dirija a ti con un simpático “buenos días” acompañado de una muestra de dentadura impecable.

Ir a preparar el desayuno y sorprender a George Clooney preparándote un Nespresso (quizá aquí me haya pasado), son claros ejemplos del encanto que guardan los días.

Les vengo a comunicar todo esto porque el otro día me pasó una situación de lo más agradable cuando recibí la noticia de que R.E.M. se separaba.

Sí señores, han leído bien. El grupo que proclamaba que el mundo es supernatural y superserio firma su divorcio sin fijar quién se queda la custodia de sus fans.

Malditos sean. Siempre hacen lo mismo. Bien es cierto que no me considero una seguidora incondicional de esta banda. Es ese tipo de grupos a los que no pagaría una millonada por verlos en riguroso directo en primera fila. Pero si pudiera permitirme una entrada humilde de un concierto suyo iría con gran ilusión, entonando sus éxitos más destacables y conocidos.

En fin, que me encontraba reposando en el cómodo sofá tras haber devorado platos repletos de exquisiteces, (por aquello de que en las reuniones familiares a una le tratan como a una reina que haya estado en ayuno desde tiempo inmemorial) intentando echarme una siesta española de largas horas con la MTV contándome cuentos, cuando de repente me percaté de que únicamente ponían vídeos de R.E.M. Que si “Man of the moon”, “Losing my religión” “Imitation of life” y empecé a mosquearme.

Hasta que una voz en off me aclaró que “R.E.M. se separa tras 31 años llenando escenarios de canciones”. Me incorporé y dejé que la pantalla continuara salpicándome con este grupo, que si R.E.M. arriba que si R.E.M. abajo, hasta que pusieron “Everybody hurts” y empecé a derretirme de pena.

Pero entonces mi abuelo, aquel hombre lleno de años y de un sexto sentido sobre lo que le ronda por la mente a las personas, se acercó, me cogió la mano y me dijo que bailara con él la canción.

Y allí estuve, bailando un vals con R.E.M. de banda sonora en la mejor compañía inimaginable.

Después de esto el baile acabó, dieron las 12 de la noche, mi abuelo se convirtió en una calabaza y R.E.M. continuaba disuelto.

Así pues, como culo inquieto que soy, me puse a investigar si había algún motivo sensacionalista y morboso sobre el mencionado divorcio.

Quizá la separación se hubiera dado por la retirada por parte de algún miembro de la banda para dedicarse a la poesía y acabar muerto en una habitación parisina (a lo Jim Morrison), o por la necesidad de realizar investigaciones sobre vida extraterrestre (como Robbie Williams), pero nada de esto amigos.

La separación se da por una simple razón “se ha acabado la magia”.

En una de las explicaciones que encontré, Mills (el bajista) explicaba" Siempre hemos sido una banda en el verdadero sentido de la palabra, hermanos que verdaderamente aman y se respetan unos a otros. Aquí no hay falta de armonía, ni peleas, ni abogados tomando posiciones. Hemos tomado esta decisión en conjunto, de manera amistosa y con los mejores intereses para cada uno en el corazón".

Con todo ello he llegado a mi humilde conclusión, pensando que quizá hayan tomado la decisión acertada, pues es mejor que a uno le echen en falta que por el contrario acaben hartos y quieran prescindir de su compañía.

Mientras en la Tierra, las aguas siguen revueltas. Octubre vino sin saludar, sin anunciar las intenciones de su presencia y en breve se despedirá repleto de Halloween, lleno de niños luciendo sábanas blancas del siglo de la picor pidiendo golosinas americanas, mientras los menos niños se emborracharán en discotecas, bebiendo sangre compuesta por granadina y vodka de 3.25 la unidad (knebep, puaj).

Yo por el contrario, mi única aportación consanguínea de este mes la ha realizado mi espíritu solidario al donar sangre en la Universidad, y señores míos, los prejuicios de dichos centros siguen cumpliendo su cometido.

Que si la enfermera te pregunta “¿reina te mareas o qué?” mientras mastica chicle a modo de cemento, la formulación de preguntas pudorosas del calibre “¿mantienes habitualmente relaciones sexuales con desconocidos por diferentes vías?” y los cagolines solidarios que abandonan la operación porque comprueban que la sangre continúa siendo demasiado roja.

Sin embargo amigos les recomiendo el proceso, a una le humaniza y le aleja de la animalización de los días.


Firmado: Carmen

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