jueves, 28 de abril de 2011

Hoy, película de mujer fatal y chico no muy fenomenal: El Graduado

Director: Mike Nichols. Intérpretes: Dustin Hoffman, Anne Bancroft, Katharine Ross, Murray Hamilton

Después de un día de dentista (dos caries y subiendo), de aguantar dos buses con señoras que tienen codos que hablan “nena la Paca, la hija de Asunción que se casó con Pepe, el mecánico, de la calle Mayor que vive en el quinto al lado de Remedios, la panadera, se nos casa (y a mi que?!?!?!!), y tras comprobar que tengo tantos apuntes que podría empapelar mi casa unas cinco o seis veces…me he desplomado en el sofá (pum!) he encendido la tv, y cuando me encontraba zapeando en el canal miliquicientos uno, ha aparecido, ahí, como una revelación, como un placebo, un “ale, descansa y observa tranquila la peli” “El Graduado”.

Hacía años que no me dejaba encandilar por el jovencísimo Benjamin Braddock (Dustin Hoffman) mientras Simon and Garfunkel impregnan su “Sound of Silence”.

Una película que plasma los tiempos de la revolución sexual a la vez que muestra la terrible confusión de Benjamin (sin tilde en la i) sobre qué hacer con su vida tras graduarse.

Y ete aquí su revelación, la excelentísima y elegante Mrs. Robinson (Anne Bancroft) que le ciega con sus armas de mujer fatal al pobre y novel joven.

Y tras haber fornicado innumerables veces el tio se pone a salir con la hija de la señora Robinson.

Bien, pues hasta aquí puedo leer, pues para aquellos que no la hayan visto todavía ahora pueden disfrutar de un dramón diferente, una historia que no pesa con la base americana de la que nos tienen malacostumbrados.

Quizá sea a mitad de la peli, más o menos, cuando Benjamin camina desequilibrado por la cuerda floja que divide lo que sus papis le obligan a hacer con su vida, y lo que él pretende hacer con ella, es decir, disfrutar de su juvenil juventud saliendo a las tantas hacia la cama de un hotel lejano de casita para poder encontrarse con la señora Robinson, de vaguear en las aguas de su piscina de verano y de emborracharse y fumar hasta que las hojas de los árboles caigan para avisarle que el verano no es eterno y las obligaciones vuelven a la carga.

En fin “Benjamin”, lo dicho, es una agridulce comedia generacional digna de sábado por la tarde y palomitas.

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Mientras en la Tierra, las aguas siguen revueltas. Vivo con miedo a que el limitado contador de Spotify se agote (me queda una hora y cinco minutos cdoifhjegfioj). Pero pongo la mano en el hombro a mi mismidad y me tranquilizo porque el finde que viene voy al señor SOS 4.8. (letras de canciones incrustadas en el cerebro listas).

Dado a que hoy ha sido un día de clausura monjil debido a que tengo que estudiar a los romanos y su familia, en mis periodos de descanso (más largos de los que me gustaría presumir) me he sentado delante del ordenador y he acabado en el mundo del fotolog. Sí amigos, ¿os acordáis? Esas páginas donde escribíamos nuestras intimidades, unos más pudorosos que otros, pero al fin y al cabo una página empleada a modo de diario con fotografía inclusive.

Pues bien, ahí estaba yo, y no, no me refiero a esos con el enlace de osito_tumadre, donde ganaba el que ponía una foto con menos ropa ante el espejo. Me refiero a esos fotologs de ahora, esos con nombres distintos y curiosos, alarmantes para algunos. Autores sin nombre pero con voz (o más bien con letras) para expresar así con metáforas e ironías sus preocupaciones, con tan buena suerte que quizá te leas a ti misma en algún texto que otro.

En fin, pues leído varios textos de fotologs distintos he caído que los españolitos estamos con muchas carencias afectivas. Desamores, problemas familiares, soledad, ganas de saltar, intranquilidad, insomnio, sueños no consumados, derrotas, etc.

Así pues o recurrimos al Prozac o a un abrazo bien grande.

(Acabo de darme el lujo de pagar cinco eurillos para aniquilar a la barra de tiempo del spotify, já!)


Firmado: Carmen

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